Tu perfume
de mujer me despierta hasta el último poro de la piel, hueles demasiado bien, sabes
demasiado bien, tus labios son una eterna contradicción en mi pensamiento, es
verdad que nunca te has propuesto la idea de conquistarme, ni de tenerme completamente
a tus pies, soy yo mismo quien me encadeno, soy yo quien se imagina contigo,
soy yo quien una noche promete eterno olvido y a la siguiente eterno amor, soy
incapaz de controlar mis emociones, soy incapaz de ignorarte, quizá solo
debería aceptar la convivencia cotidiana de tu cuerpo en mi memoria, no
intentar analizar ni razonar, vivir los días que me queden en un estado de
absoluta inconsciencia y morir con tu figura plasmada en la imaginación...
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